martes, 7 de abril de 2009

El Kinder Sexi

En la recta final de nuestro paso por la S15 vivimos con mayor intensidad nuestras últimas experiencias como alumnos de nuestra añorada secundaria, aprovechábamos cualquier hora libre para consumar todo tipo de travesuras en complicidad de no menos de 40 integrantes de aquel legendario 34-M de la hoy conocida Generación del Temblor.

Aquellas “Guerritas de Papeles” en primer año en donde participaba todo el grupo sin excepción, mientras Ricardo Cerón en su flamante papel de jefe de grupo imploraba por nuestra imposible compostura, fueron sustituidas al final por interacciones de uno a uno: Semana Inglesa y los concursos de besos eran los más recurridos.

En este despertar de nuevas experiencias y guiados por la curiosidad sobre los mitos y realidades de nuestra sexualidad, cada uno de nosotros aportaba con su breve (Brevísima) experiencia un dato, consejo o vivencia al tema. Así nació lo que posteriormente bautizamos como las Clases del Kinder Sexi, en donde – según yo - como todo un hombre de mundo, sofocaba las dudas de nuestras compañeras sobre este vertiginoso e ineludible tema.

Intrigadas, absortas y atentas a cada explicación, o mejor dicho, a cada ocurrencia que me venía en mente, no perdían detalle de cada uno de mis consejos y experiencias supuestamente vividas a mis prematuros 15 años, ganándome el respeto y admiración de la púber población femenina que me rodeaba.

Varios años después y ya comenzando cada quien con sus encuentros frontales con el sexo opuesto, no faltó quien recurriera nuevamente a mis sabios consejos y probada experiencia; llevándose tremendo chasco cuando confesaba sin contener mi risa que tenía la misma o menos experiencia en el tema que cualquier otro mocoso de mi edad, y que todos esos postulados en las Clases del Kinder Sexi, no eran más que puro choro mareador.

Hace unos meses en una reunión posterior al Desayuno del 60 Aniversario de la S15, la Beba Landazuri me recordó con agrado lo lejos que permitía la inocencia de la adolescencia llevar a nuestra imaginación, rematando con su singular sonrisa y un comentario atinado para la ocasión: “Pinche Ale, como nos agarraste de pendejas!…”

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