Cada reencuentro generacional con mis amigos de la S15 resulta ser muy grato, aunque sólo seamos unos cuantos los asistentes.
En esta ocasión fue una de esas reuniones que no se olvidan, un reencuentro muy emotivo no sólo con compañeros, sino con otros grupos y de nuestra misma generación, dejando atrás complejos de una inevitable inmadurez nos permitimos compartir una noche muy agradable con gente que tal vez no recordábamos y que a lo mejor ni conocíamos, pero que a fin de cuentas coincidimos en un lugar y época precisa, la cual para muchos es inolvidable.
Fue nostálgico y de un sentimiento inexplicable volver a ver personas tan importantes en la adolescencia de cada uno de nosotros; un servidor por ejemplo, desde mi salida de la secundaria había perdido contacto completo con Ricardo Lievano del 32-M, amigo entrañable de mi infancia con quien compartía no sólo banca en la primaria, sino travesuras y hasta juguetes en Navidad. Pues bien, el sábado pasado lo abracé como un hermano, porque eso es.
Y así con el resto, ver muchas caras conocidas sin recordar el nombre; por ejemplo no recordaba a la guapa Rocío Rosas sin embargo a su amiga Ana la recuerdo hasta con el uniforme; lo mismo con Isela y Ale del 35-M que llegaron escoltando a Israel Zaragoza.
De mis compañeros que puedo decir? Emocionado siempre de verlos y abrazarlos a todos, con un sentimiento encontrado de ver algunas llegar ya con sus retoños, abrazar a las hijas de mi querida Haideé es como apapachar a mis propias hijas.
Por todo esto es que vale la pena volverlos a ver y cuando alguien me dice que es ridículo y que no supero mi etapa adolescente, simplemente recuerdo todos los momentos felices de mi vida e inevitablemente entre ellos siempre está mi flota de la S15.
Y por eso me pregunto: que es la vida al final? Un camino interminable de recuerdos que se van tejiendo día a día.
A todos los asistentes a la reunión del pasado Sábado 5 de Noviembre mi gratitud y admiración.
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