viernes, 13 de junio de 2008

Episodio III

Llegando a la mitad de esta saga y dejando atrás los novieros más representativos de nuestra generación, pasamos a narrar la historia de otros romances que se destacaron en nuestro paso por la S15.

Durante la existencia del 14 M hubo algunos intentos de pasarse algo más que las tareas entre varios prospectos del salón, pero la inocencia de la mayoría no dejaron madurar estas intenciones. De esta forma las parejitas se comenzaron a formar realmente hasta segundo año, cuando entrábamos más de lleno a la adolescencia con todos sus bemoles y nos habíamos integrado mejor en el grupo.


Un noviazgo del que se supo hasta que terminó fue el de Antonio Mañon y Débora Maldonado, ya que su relación fue únicamente a base de recaditos entre clases y a miraditas nerviosas; porque aunque no lo crean, El Perro Mañon era un tímido de marca y moría de la pena antes de acercarse a cualquier niña.

Una vez tronado por Débora y ya entrado en estos menesteres, siguió con la tradición de conquistar a sus princesas a base de mandar recados en papelitos, sistema el cual se convirtió en un verdadero sistema de comunicación utilizado por todo el 24 M durante las clases; El Perro se armó de valor y se le declaró a la hermosa Cheetos, prototipo de morena caribeña con lindos ojos pizpiretos.



Ya con menos pena ranchera, Toño se disponía a invitar a su nueva conquista a desayunar una rica quesadilla de papa con salsa verde que vendían en la cooperativa de la escuela; pero la Cheetos sin mayor explicación lo chispó antes de que sonara la campana.


Pero no todo fue mala suerte para el cabezón, ya que una vez que Mirna Jurado constató que había malgastado su tiempo en estar interesada en un güero de ojo claro de apellido Pinto de tercer año; fijó sus ojos verdes protegidos por su tupida e indivisible ceja en el incrédulo Antonio Mañon, a quien por fin se le quitó la pena y sostuvo su primer relación de manita sudada y beso de piquito. La relación tuvo un breve truene el cual aprovechó sagazmente Ricardo Cerón y entró al quite pero sin generar el efecto deseado; por lo que la Güera regresó nuevamente con El Perro y cuyo noviazgo duró hasta el fin de nuestra generación.


Por su parte El Dandy de Santa Julia Ricardo Cerón fue novio brevemente de la Cheetos, pero la diferencia de códigos postales se hizo muy marcada y con el pretexto cruel de que no sabía besar, la niña fresa de Las Américas me lo chispó también. Ni la vergüenza que pasó Cerón en primer año cuando le ganó la risa en pleno salón porque la Miss Beatriz Delgado le negó el permiso de ir al baño, lo marcó tanto como aquel comentario inocente.


Afortunadamente el destinó le hizo justicia y se hizo novio de una de las niñas más aplicadas y sencillas del salón: Paty Piña, formando una linda pareja durante tercer año y quien no se quejó de sus ensalivados besos.



Continuará...

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